Acabo de enterarme de una muy triste noticia: el fallecimiento de doña Hilda Suero, valiente mujer que fue la gerente de la sucursal del Banco del Progreso asaltada por Cristóbal Payano en 1993. Condolencias a toda su familia. Tendrá paz.
Dentro del banco, mantuvo serenidad, incluso cuando el cirujano Payano la torturaba pasándole el filo de un cuchillo por la espalda, en el momento en que ella hablaba en vivo por teléfono con Freddy Beras. Payano la torturó para presionar.
Entré al banco para tratar de disuadir al asaltante secuestrador. Lo subestimé. Nos colocó en la puerta del banco. Me puso a la izquierda, doña Hilda en el centro y Celeste Paulino, secretaria de doña Hilda, a la derecha.
Un policía, coronel Durán, recibió orden de dispararle desde un balcón, a pesar de que advirtió que desde allí no lo podía ver, ya que Payano permanecía bajo el dintel sosteniendo una pistola 38 que apuntaba a mi cuello.
El coronel disparó con una 45. El proyectil entró al brazo derecho de doña Hilda y se le alojó en el codo. Los rehenes creímos que el disparo lo hizo Payano porque sentimos el estruendo muy cerca.
Payano nos hizo creer que él disparó. Me ordenó: «Dígale a la Policía que ya hay una herida, para que vean que esto va en serio». Él exigía que lo dejaran ir en el auto de doña Hilda, con el dinero, con ella, con Celeste y que yo debía conducir. Eso no lo podían permitir.
Payano había ordenado a la empleada María del Carmen que me echara encima un recipiente de gasolina que él había llevado. Decía que tenía un encendedor.
Por eso María del Carmen era la única que no estaba atada y aprovechó el disparo para escapar. Él a su vez le disparó a ella, pero afortunadamente falló. Seguimos casi 5 minutos más en el frente del banco y el asaltante seguía presionando.
Como Payano no cedía, le ordenaron de nuevo al coronel Durán que le disparara desde el balcón. Esta vez le acertó, según se supo después en un antebrazo. Él se fue atrás y arrastró a doña Hilda y a Celeste, quienes estaban atadas a él.
Se armó el tiroteo sin importar que los rehenes estábamos allí. Escapé hacia la derecha por la calle Hermanos Deligne. Doña Hilda recibió otros disparos, tanto de Payano como de la Policía.
Celeste Paulino recibió una herida en la frente. Estoy convencido de que fue Payano quien le disparó. Halada por la cuerda, ella caía hacia él y un video muestra el fogozano que sale del suelo, donde él estaba, y ella cae hacia atrás. Le quitó la vida.
Doña Hilda quedó con una lesión permanente en el codo derecho por el primer disparo del coronel. Fue operada en más de una ocasión pero siguió sufriendo dolores. Sin embargo, le dolía más la muerte de su secretaria Celeste, quien se preparaba para el matrimonio.

Escribí el libro «Fuga o Muerte» a manera de reportaje amplio sobre lo acontecido, complementado con investigaciones posteriores a los hechos.
Hoy lamento mucho el fallecimiento de doña Hilda, una mujer con valor, aplomo y sentimientos nobles. Ella está con Dios. Abrazos de condolencia a toda su familia.
Discussion about this post